viernes, 15 de enero de 2010

Avatares corruptos (III)

Me llena de orgullo y satisfacción poder decir que tengo, por fin, un artículo de un gran escritor - a parte de gran escritor es aún mejor persona y amigo.

Después de mucho pedirle que me escriba algo de su puño y teclado, lo he consguido, es tan sólo su opinión sobre una película pero poco a poco se van consiguiendo pequeños logros, quien sabe, a lo mejor pronto puedo estrenar la sección Inestimables Colaboraciones.

Sin más preámbulos os dejo con el alma de este nuestro colectivo: Roberto.

Fui a ver Avatar sin ninguna pretensión. Pues había dos cosas que me hacían pensar que no sería una buena película. La primera, lo terriblemente mala que me parecTitanic. Cómo podía James Cameron haber hecho semejante bodrio, pensé, después de que se ahogaran aquellos personajes planos que se movían torpemente por una trama mal hilvanada, plagada de tópicos y falta de nervio y emoción. Y encima, arrasaba en los Oscars. Cosa que me hizo, por fin, abrir los ojos y darme cuenta que las mejores películas no tienen por qué ser necesariamente las premiadas. Debido a lo cual, empezó mi rechazo hacia aquellos premios obsoletos. Nunca hay que fiarse de hombres bañados en oro… ni tampoco de señores enfundados en gabardinas con bolsas de caramelo, o al menos eso decían nuestras madres.

Con todo este discurso, sólo pretendo trasmitir la profunda decepción que me sobrevino después del fenómeno Titanic. Me sentía traicionado por aquel director que me había hecho, en mi más tierna infancia, estremecerme y saltar sobre el sofá, al son de la salva de balazos y cuerpo reventados de sus películas más salvajes; incluso a pesar de Mentiras arriesgadas.

De niño, Aliens: el regreso y las dos entregas de Terminators, me apasionaban. No recuerdo la infinidad de veces que visioné aquellas fabulosas películas de acción, grabadas directamente de la tele. Nunca me pude permitir comprar las películas originales. Sí, amigos. Soy carne de video club y comprador compulsivo de vírgenes; las cintas, no las mujeres.

¡Cuántas horas pasé delante del televisor, muerto de sueño, tragándome cientos anuncios! Todo, con tal de conseguir una copia sin cortes publicitarios. Todavía hoy recuerdo, no sin cierta nostalgia, la increíble sensación, casi orgásmica, que experimentaba cada vez que lograba presionar la tecla “rec” justo en el instante preciso, un segundo antes de que terminaran los anuncios y continuara la película.

Pero me estoy desviando del tema. Ya habrá tiempo de hablar del ritual que suponía para mí, e imagino que para muchos de mi generación, grabar una película de la televisión o ir a alquilar una película de video.

La segunda cosa que influyó para que mi motivación fuera nula a la hora de ver la película Avatar en cine, era aquello que se utilizó para promocionarla: los doce años que tardó en gestarse.

No veía necesidad de pasar doce años haciendo una película, me parecía más un capricho de niño mal criado que una necesidad. Aunque la gente que me conoce podría decirme que entonces qué pasa como mi venerado y amado Kubrick. A lo que yo respondería, bajando la mirada y diciendo: “No hagáis mucho caso de lo que os diga. No soy espabilado”.

Por todo esto, cuando me senté en la butaca de un cine demasiado abarrotado; rodeado de gente que jamás vería a mi lado, si la película fuera otra de, por ejemplo, Abel Ferrara; descubriendo, estupefacto, que existen cuencos de palomitas que podían llevarse como yelmo y vasos de papel en los que podía mear durante casi dos semanas sin que se derramase la orina; con unas gafas rígidas empeñadas en perforarme las sienes con sus horribles patillas; por todo esto, repito, me sorprendió la hermosa composición de los planos, que los 3D estuvieran al servicio de la atmósfera de la historia y no fuesen un fin en sí mismo; los momentos de puro cine, aquellos que provocan que se te ponga la carne de gallina; el mensaje ecologista en contraposición al avance tecnológico que ha permitido que esta película sea una realidad; los bichos azules, los dragoncitos y toda la fauna; el sacrificio y la épica impregnados en los fotogramas; los paralelismos con el mundo actual; el desprecio del ser humano por lo que es diferente; el salvajismo y la inutilidad de la guerra; la impresión de estar asistiendo a la narración oral, más allá de lo visual, de un cuento de Hadas; la agradable sensación de haber recuperado al James Cameron que más me gusta, a pesar de haber dejado a Linda Hamilton por una modelo de veinte años…

Sí, fui testigo del regreso de uno de los directores con los que más disfruté durante mi infancia y adolescencia. Hasta el cuerpo de marines que arrasa Pandora podría ser el mismo cuerpo de Marines que viaja a enfrentarse con los Aliens, con la excusa de ir a salvar colonos…

Toda esta perorata sirve sólo para decirle, a quien me quiera oír, que la experiencia valió la pena. Hay peros, sí, muchos, pero la sensación que experimenté al salir del cine fue la misma, creo, que debieron de sentir quienes vieron La guerra de las Galaxias o 2001, por citar un par de ejemplos, ignorando que estaban siendo testigos de un fenómeno de la cultura popular.

Creo que esta película marcará un antes y un después en la historia de la industria cinematográfica. Aunque espero que no suceda lo de siempre, y la gente que viene después, malinterprete el mensaje, y nos ofrezca una sucesión de bodrios infumables. Lo siento; sólo veo bodrios si son Italianos o españoles y están rodados en los setenta. Llamadme raro, si queréis.

Sé que ésta no es una crítica al uso, pero si queréis un análisis técnico, compraos una revista de cine. Para mí, el cine es emoción y subjetividad. La película te toca la fibra o no, y da igual que yo pueda defenderla argumentando razones de peso. Los análisis técnicos me los reservo para mí mismo, y para algún que otro amigo. No por egoísmo, sino por pereza. Os imagináis la de líneas que tendría que escribir si me pusiera a analizar la película paso a pasa. Mirad la cantidad de líneas que he usado para no decir nada más que: Pues a mí me llegó, fíjate.


Señoras y señores, Roberto, pueden seguir aplaudiendo.

2 comentarios:

  1. Guau, qué pedazo de crítica.

    Pues a mi las primeras pelis de Cameron me gustaban mucho, en mi juventud quemé los vhs de The Terminator y Aliens. The Abyss también me gustaba bastante. Pero últimamente Jaimito me está decepcionando.

    Por cierto, Rober, tú que eres muy Tarantiniano, a que no sabes cual ha sido su peli favorita del 2009? Pues Avatar. Me sorprendió cuando lo leí.

    Tarantino's Top 11 Films of 2009

    1. Avatar
    2. Star Trek
    3. Drag Me to Hell
    4. Funny People
    5. Zombieland
    6. Chocolate
    7. Observe & Report
    8. The Hurt Locker
    9. Julie & Julia
    10. Up in the Air
    11. District 9

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  2. Ya fui a ver AVATAR EN 3D ¡¡UNA PASADA!!! De verdad que me gustó mucho, mucho, por una peli así si vale la pena gastarte un dinerillo. Para mi a destacar los efectos especiales y como no por que soy una romanticona.........la historia de amor, amistad y valores que se reflejan a lo largo de las dos horas y treinta minutos que dura aprox. dicha película. Para mi una buena lección de como es la humanidad de egoista y destructora, pero.....no todo el mundo es así y gracias a Dios que sino...donde y como estariamos ya. Besos.

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